Bajo estado de ánimo:

800shutterstock_95819308Al igual que los adultos, los niños y adolescentes pueden tener problemas de estado de ánimo, y entre los más frecuentes se encuentra la depresión infantil y la distimia, inculyendo también en este apartado el duelo infantil al cursar también con alteraciones del estado de ánimo. El duelo no es un trastorno psicológico, ya que el sufrimiento ante la pérdida de un ser querido es un proceso natural pero se recomienda terapia psicológica para ayudar a elaborar el fallecimiento y para prevenir que el duelo se complique dando lugar a un duelo patológico.

  1. Depresión infantil y Distimia

  2. Duelo Infantil.

  1. Depresión infantil y Distimia

La depresión infantil puede definirse como una situación afectiva de tristeza mayor en intensidad y duración. El niño puede sufrir un cambio radical en su conducta habitual. Afecta aproximadamente a un 5% de los niños menores de trece años y la proporción de casos de depresión aumentan con la edad.

No existe una única causa para la depresión infantil sino que se produce por la interacción de factores sociales, familiares y bioquímicos. De cara a no cronificar el problema, es muy importante que los padres sepan identificar este problema. Para ello, es necesario conocer cuáles son las manifestaciones más significativas de este cuadro clínico, sabiendo que se presenta de muchas formas, con grados y duración variados, y la sintomatología varía en función de la edad del menor.

De forma general se pueden agrupar los síntomas en:

  • Emocionales(tristeza, cambios bruscos en el humor, aumento de la irritabilidad, llanto con facilidad, pérdida de interés por actividades que antes les gustaban, aburrimiento constante, sensación de inutilidad)

  • Motores(hipo o hiperactividad, torpeza, inquietud, inmovilidad, aislamiento social pudiendo pasar muchas horas solos, rabietas, problemas en el sueño y/o pesadillas, pérdida de peso y/o apetito, bajo rendimiento académico)

  • Cognitivos (falta de concentración y problemas para recordar, pensamientos negativos y derrotistas, estos niños se caracterizan a sí mismos como «malos», «tontos» y «feos»).

  • Somáticos (presentan menos energía y concentración, sensación de cansancio, con frecuencia se quejan de dolores de cabeza y/o estómago).

La Distimia es una alteración del estado de ánimo que no cumple los requisitos de la depresión infantil. Actualmente este problema afecta a un 1% de los niños y entre el 2 y 8% de los adolescentes. Al igual que en la depresión, las causas de la distimia son múltiples aunque el ambiente y los acontecimientos de estrés prolongados juegan un papel importante en la aparición de este problema.

Los síntomas son muy similares a la depresión infantil. Los más frecuentes son: altibajos en el estado de ánimo con tendencia a la tristeza e irritabilidad, y durando esta emoción todo el día, dificultad para disfrutar de las cosas positivas, problemas para dormir o sensación de no haber descansado aunque se haya dormido un número de horas suficiente, problemas para concentrarse, dificultad para establecer o mantener relaciones sociales. Estaríamos ante un trastorno distímico cuando estos síntomas superan la duración de un mes.

NUESTRO TRATAMIENTO:

Desde Áncora ofrecemos un tratamiento individualizado, adaptado a cada caso en particular y a la fase del desarrollo que se encuentra el niño, en base a: su funcionamiento cognitivo, su maduración social y su capacidad de mantener la atención.

La psicoterapia es uno de los tratamientos más eficaces para los problemas de estado de ánimo tanto en los niños como en los adolescentes. Consideramos muy importante la implicación en la terapia de los padres o tutores, con el fin de mostrarles pautas específicas de comunicación efectiva, de solución de problemas familiares cotidianos y conflictos, que tienen como objetivo aumentar la autoestima del niño.

Nuestro trabajo con el niño o adolescente, consiste fundamentalmente en enseñarle diferentes habilidades específicas para moderar sus síntomas de bajo estado de ánimo, habilidades de solución de problemas para afrontar las dificultades cotidianas y, por último, ayudarles a procesar la información de una forma más adaptativa.

2) Duelo Infantil.

El concepto de duelo va unido al de perdida, entendiendo la pérdida en sentido amplio, como cualquier experiencia de desposeimiento de una figura u objeto del que no deseamos separarnos, es decir, quedar privado de algo que se ha tenido (amistad, un objeto material, una habilidad física, una figura familiar…)

Cuando recibimos la noticia de la muerte de una persona querida, esa noticia nos paraliza de tal forma que entramos en una especie de choque emocional. Ese desgarro que se produce dentro de nuestro ser provoca que neguemos la evidencia de lo ocurrido, que pensemos que es un mal sueño. Esas reacciones propias de los adultos, también las encontramos en los niños y adolescentes, aunque en ocasiones lo muestran de diferentes maneras, dependiendo de varios factores, entre ellos: edades del fallecido y del niño, parentesco, causa de la muerte y apoyo social. Suele ser habitual que el niño se comporte de manera ambivalente, algunas veces no deja de preguntar por la persona que ha muerto y otras no menciona para nada su muerte, como si no hubiese ocurrido nada, pero no significa que no sufran con la misma intensidad que sufre un adulto la pérdida de un ser querido.

Los niños entre 3 y 6/7 años tienen un nivel de comprensión más avanzado que en las edades anteriores, perfeccionando más su forma de entender y comunicarse con los demás, están en un periodo preoperacional, su inteligencia es intuitiva y manejan constantemente un pensamiento simbólico y mágico. Para ellos las personas, los objetos, los seres vivos no tienen límite temporal. Al hablarles de la muerte ellos la entienden como algo reversible, temporal. Suelen manifestar el duelo con sentimientos de abandono, miedo, incomprensión, rechazo, tristeza, culpabilidad, ansiedad por la separación, incertidumbre, rabia, enfado, pocas ganas de comer, falta de atención, etc. manifestaciones muy comunes y normales que con el tiempo desaparecen, solo si se intensifican y persisten en el tiempo podemos determinar que el duelo no se está elaborando de una manera normal, estaríamos ante un duelo complicado.

Entre los 6/7 años comienzan a entender el concepto de la muerte. A medida que se acercan a los 8/9 años, superan totalmente el concepto de reversibilidad, pasando al concepto de lo definitivo. Cuando la muerte sucede entre uno de sus familiares, se les hunde su mundo, la estabilidad y la protección en la que creían vivir desaparecen. El rechazo es una de las primeras actitudes que tienen ante la noticia de la pérdida. Aparece la culpabilidad como un rasgo muy común en estos grupos de edades. La dificultad que puedan tener de expresar sus miedos, sus pensamientos y ocultarlos hace que puedan entrar en un proceso de ansiedad, angustia y culpa que puede afectarles en su desarrollo psicológico.

A partir de los 9 años el niño está preparado para tomar conciencia de la dura realidad de la vida. Pueden presentar sentimientos ambivalentes como curiosidad por saber más sobre la muerte o miedo atroz hacia ella. Es importante observar sus cambios en comportamientos y las preguntas que nos formulan, por las que podremos saber en qué momento emocional se encuentra, si tienen ansiedad persistente….

NUESTO TRATAMIENTO:

Nuestra intervención estará condicionada por la edad y por su desarrollo madurativo, aunque nuestro objetivo principal es la expresión de emociones y sentimientos relativos a la pérdida, así como aprender a asumirla, a su vez que facilitar la comunicación entre los miembros de la familia y evitar mantener la muerte en secreto.

Entre los 3 y 6/7 años es aconsejable que participen con el resto de la familia estos momentos de dolor, lo cual facilitará al niño poder expresar mejor sus sentimientos y a la vez comprenderá antes la realidad de lo sucedido.

Entre los 6/7 años y la adolescencia lo más favorable es que fluya entre el niño y los adultos mucha comunicación para que puedan expresar sus emociones, sus miedos, sus pensamientos… el silencio de lo que está ocurriendo hace que puedan no elaborar su duelo de manera normal, optando por aplazarlo (negando la realidad, sacando consecuencias, culpabilizándose…). Es importante mantener la comunicación desde el primer momento para que puedan expresar su dolor e intentar que vuelvan cuanto antes a la normalidad, manteniendo los mismos contactos sociales y las actividades que hacían, volviendo a las rutinas, normas y reglas establecidas antes de la pérdida.

En los casos de duelo complicado es necesario poner en marcha estrategias específicas para las respuestas que presenten una intensidad o duración muy elevada.