La adolescencia es una etapa complicada. Imaginad que vuestro hijo adolescente os plantea que no sabe si va a seguir estudiando, siempre os pone una pega a todo, se queja de por qué siempre tiene que ser él quien ponga la mesa o la recoja… o que por qué no le compramos tal cosa o le dejamos tener el móvil “x”  o ir a tal fiesta o sitio… en definitiva esa actitud más “rebelde e inconformista”. Como padres nos podemos sentir perdidos, ¿qué le decimos? ¿qué puedo hablar con ellos?, ¿cómo?… y nuestros hijos adolescentes sienten que no les comprendemos o que no les escuchamos.

Bien, hemos de tener en cuenta varios aspectos, hasta ahora eran nuestros “niños”, pero han dejado de serlo y no es malo, recordar vuestros 15 años, están entrando en una edad llena de cambios rápidos en su estado físico, emocional y cognitivo, su forma de ver el mundo es diferente, aparece ese mal genio, una gran necesidad por la privacidad y se vuelven más temperamentales. Empiezan a pensar en el futuro con frecuencia y se preocupan en exceso por ello, (su rendimiento académico, su apariencia, lo que los demás puedan pensar de ellos, su desarrollo físico, la idea de la muerte, el que pueda pasarle algo a alguno de uno de sus padres, su imagen en la escuela y grupo de amigos, no tener amigos, las drogas, el alcohol…).

Es cierto, se preocupan muchas veces en exceso, por ejemplo por algunas cualidades personales o «defectos» que para ellos son algo muy importante, pero que para otros no lo son. Ellos pueden pensar: ¿por qué siempre tengo que ser yo quien ponga la mesa, o tire la basura?”, «No puedo ir a la fiesta así porque todos se van a reír de la espinilla tamaño pelota que traigo en la frente, o no puedo ir con estos zapatos o esta camiseta a tal sitio…” cuando la realidad es que no siempre son ellos los que ponen la mesa o la espinilla es pequeñita y la podría tapar con el pelo. Su pensamiento tiende a ir a los extremostodo.. nada… siempre… nunca…”. Un adolescente puede creer que él es la única persona en el mundo que siente como él, o que nadie más, especialmente su familia, lo puede comprender. Esta creencia puede contribuir a los sentimientos de soledad y aislamiento. Además, el enfoque en sí mismo puede afectar la manera en que el adolescente se relaciona con familiares y amigos. Quieren más independencia y autonomía.

¿Y qué hacemos y contestamos como padres?: “es increíble que precisamente tú digas algo así… ¿quieres dar un disgusto a tus padres?”, “No valoras lo que tienes”, “mientras estes bajo mi techo serán mis normas” “siempre te quejas y no obedeces”, “porque tu hermano nunca se queja cuando le pido que me ayude… porque a casa no se viene solo a comer y dormir… “eso es lo que tu te crees… no me escuchas…”. Pues bien, de todo esto a vuestro hijo adolescente lo que le llega es lo siguiente: habéis desoído mis sentimientos, habéis ridiculizado mis ideas y me habéis dado consejos que no quería, no me escucháis ni entendéis.

La forma de hablar puede contribuir a su malestar y cómo ayudarles a hacerle frente es muy importante. Si ves a tu hija pasarlo mal porque el chico que le gusta no le hace caso o la ha dejado… como padres no quieres verla sufrir y tendemos a rebajar o eliminar su pena con un “cariño, olvídalo, habrá otros chicos”, pero al hacer esto involuntariamente acrecentamos su malestar porque no validamos sus sentimientos. Es bueno ayudarles a que entiendan que no siempre se van a sentir como les gustaría y que las emociones no son buenas o malas, no hay que tratar de ”dejar de sentirlas” puesto que en determinadas situaciones son normales e útiles, es normal que si mi novio o el chico que me gusta no me hace caso sienta pena, pero esta irá pasando, decir “olvidalo” es como decirle a alguien que tiene un esguince en el pie “camina, no pasa nada”.

El primer paso es ayudarles a verbalizar los pensamientos y sentimientos para afrontar la realidad y poder reaccionar, en el ejemplo anterior frases como esta facilitan que nos cuenten las cosas y se sientan escuchados “que te hubiera gustado… claro a mi también me sentaría mal.. ahora lo vas a pasar mal, estarás triste, pero ya verás, ¿qué podemos hacer? a mi también me paso pero cada uno somos diferentes, ¿quieres mi consejo?..

Veamos algunos trucos:

  • Reconocer los sentimientos con palabras como “oh, “vaya” claro, ya veo…”. estas respuestas hacen que nuestro hijo se sienta comprendido y le permiten centrarse en lo que tiene que hacer sin decírselo nosotros directamente tipo “eso te pasa por no haberte organizado, si hubieras estudiado más…”
  • Verbalizar los pensamientos y sentimientos “creo que estás entre dos fuegos, quieres seguir jugando con tu amigo en casa pero no quieres dejar de ir al partido que te gusta en un rato”.
  • Aceptar los sentimientos y redirigir la actitud mostrando empatía por su situación hará más fácil que acepte los límites que les marcamos y que coopere en lo que le pidamos. Evitar dar órdenes (deberias de…, baja la musica, sientate bien, recoge la mesa, ponte a estudiar ya) y los “mensajes tu” cambiandolos por “mensajes yo” y fórmulas más asertivas del tipo “me parece… me gustaría, me molesta que, me resulta imposible hablar con la música tan alta…“ “entiendo que… comprendo… te haría ilusión el partido pero mañana tienes que entregar los deberes porque sino te bajará nota, ¿qué puedes hacer?”. Ofrecer una opción: que prefieres, bajar el volumen o ¿bajarlo sólo un poco y cerrar la puerta de la habitación?

El gran reto que tenemos como padres es saber escuchar, no decir lo que hemos aprendido y nos decían nuestros padres aunque sea muy duro oír a nuestros hijos adolescentes expresar su confusión, su enfado y resentimiento. Es difícil no dejarnos llevar por las emociones y actuar sabiendo qué queremos transmitir, pero es posible. Si una amiga/o estuviera pasando por un mal trago no te atreverías a decirle qué hacer de forma drástica, primero le escucharías y luego le preguntarías y aconsejarías, pero con los hijos todo es distinto. Las emociones juegan un papel muy importante. Nadie nace con “el manual para ser padres”,  vosotros aprendéis con ellos, es normal sentirse perdido muchas veces y si con estos trucos no os manejáis siempre podéis recurrir a pautas desde un profesional que os asesore de forma más individualizada como hacemos desde Áncora. Te animamos a escribir en nuestro blog para contarnos tus experiencias o consultarnos dudas.