Cuando pensamos en adicciones nos suele venir a la cabeza el tabaco, el alcohol o a las drogas, sin embargo existen otras muchas, quizás menos conocidas, pero no por ello menos importantes. Algunas de ellas son las llamadas adicciones “comportamentales”.  

La adicción al Tarot (o cualquier método de adivinación) es relativamente  nueva, pero cada vez son más los pacientes que acuden a nuestra consulta por este motivo. Es un problema que, como todas las adicciones, afecta también a las familias de los que la padecen. Ven que el sufrimiento de su ser querido no solo no se alivia sino que va en aumento mientras que miran impotentes como los supuestos “videntes” les están estafando. Creemos que es un tema importante y por eso en este post explicaremos en qué consiste la adicción, qué es lo que hace al Tarot tan adictivo y qué factores pueden contribuir a que se desarrolle.

La adicción al tarot es de las denominadas comportamentales, es decir, sin sustancia de por medio, como lo son la adicción al juego, al sexo o a internet. Reúne todas las características propias de las adicciones: el adicto no puede dejar de consumir (en este caso, el uso del teléfono), la ausencia de este estímulo les deja una sensación de soledad y renunciar a él les provoca síndrome de abstinencia. Además, también se ve reflejado en la ocupación excesiva de tiempo o dinero y la pérdida de las relaciones sociales y actividades cotidianas.

Cuando nos encontramos en una etapa complicada de nuestra vida, en las que nuestra autoestima es baja y nos sentimos inseguros, podemos correr el riesgo de volvernos adictos al Tarot. Esto suele suceder porque comenzamos a tener poca tolerancia a la incertidumbre y a la espera, queremos una respuesta clara y fácil de digerir cuanto antes para aliviar nuestra ansiedad por lo que está por venir. Los adivinadores nos dan exactamente eso, nos dicen lo que queremos oír – y si no el adicto va cambiando de “profesional” hasta que encuentra al que le dice lo que necesita escuchar- muchas veces aprovechándose del efecto Barnum o falacia de validación personal. Nos creamos una falsa idea de control sobre nuestra propia vida ya que utilizamos las consultas de Tarot como una vía de escape, para llenarnos de un falso optimismo y una falsa seguridad ante el futuro.  Esta sensación suele ser efímera y muy pronto necesitamos volver a por más, a por otra dosis que calme nuestro mono. Estamos “enganchados” y más aún si tenemos determinados rasgos de personalidad o pasamos por una situación personal que nos hace vulnerables. (Estudios recientes indican que la situación de crisis que vivimos ha ayudado a aumentar los casos de adicción a videntes)

Además, como en la mayoría de las adicciones, nuestra voluntad es casi nula; sentimos un grado elevado de descontrol y cuando tenemos la idea de “consumir” nos cuesta mucho no llevarla a cabo. Necesitamos realizar cada vez más llamadas y durante más tiempo para obtener el mismo grado de satisfacción. Sentimos malestar si no podemos realizar las consultas pero la satisfacción que obtenemos de hacerlas desaparece inmediatamente después y solo nos deja una sensación de vacío y culpa.

Esta adicción suele darse entre los 30 y 60 años de edad y es más común en mujeres que en hombres. El problema es que, por diferentes motivos, la conciencia de enfermedad es más tardía – a veces hasta 10 años después del inicio – y se suele acudir al tratamiento muchos años más tarde. Nos engañamos pensando que se trata de una adicción “legal” – no están prohibidas las consultas de videncia y el bombardeo de ofertas en los medios de comunicación e internet es constante – y  en algunos círculos es normal que se hagan adivinaciones o se “echen las cartas”. Todo es tremendamente accesible, es tan fácil como descolgar el teléfono y hacer una llamada. No tenemos que salir de casa a por nuestra dosis ni llevar dinero encima, no nos damos cuenta del gasto real que hacemos hasta que llega la factura al final del mes. Pero cuando finalmente somos conscientes de nuestra adicción aparece la sensación de vergüenza por reconocerlo – mayor cada día que pasa – que retrasa aún más el reconocimiento público del problema y el tratamiento.

Toda actividad que se realiza dentro de márgenes saludables o razonables no constituye un peligro para nadie, no queremos decir que consultar a un vidente sea malo en sí mismo, pero cuando de alguna manera nuestra calidad de vida se ve mermada por este hecho nos encontramos ante un problema de dependencia.

Debemos contemplar la dependencia al Tarot con la misma importancia y seriedad que cualquier otra adicción y por eso es muy importante que sea tratada lo antes posible por profesionales especializados. Seguro que conoces a alguien que está sufriendo este problema directa o indirectamente. Cuenta tu experiencia en los comentarios para que la gente tome conciencia del problema y se anime a pedir ayuda.